What Flows and What Remains (Fountain), 2021

The installation consists of a concrete object, covered with polished ba- salt stones, located in the middle of a natural terrain eaten by weeds. It has a sculptural resonance with basic home architecture associated with counterculture and neglect and is characterized by improvisation. Left to itself, the work — emanating as an element of ruinous entropy like a raw object on the peripheral terrain — will develop a life of its own.

The concrete object is reminiscent of a fountain or a half-built urban element. As if nature itself constantly rejected the idea of modern cons- truction, making this contemporary ruin an artificial, useless work. A fountain that in any other place would be found in a meeting place, becoming a utilitarian object with a close relationship with daily life and with the function of supplying water to the different inhabitants. Here it is formalized like the rest of an urban element, like a ruin that belonged to another era, managing to convey an air of dystopia, a romantic vision, a bit nostalgic of the world.

The concrete object has holes through which various pipes can be seen, as organic forms in a metaphorical reflection of the ways in which our memories and experiences connect and flow into the public space, such a series of itineraries between the individual and the collective, the inner and the outer, what flows and what remains.

The wear and tear suffered by public structures, as a kind of psychic residue; it reminds us that our cities are much more than mere accumu- lations of property. As Ballard wrote in For an Autopsy of Everyday Life, “the architectural spaces we inhabit are very important and powerful; if all the members of the human species disappeared, our successors could reconstruct the psychology of the inhabitants of this planet from their architecture ”.


[ES]

La instalación consiste en un objeto de hormigón, revestido de piedras de basalto pulido, situado en medio de un terreno natural comido por la maleza. Tiene una resonancia escultórica con la arquitectura casera básica asociada con la contracultura y el abandono y caracterizada por la improvisación. Dejada a sí misma, la obra —que emana un elemento de entropía ruinosa como un objeto en bruto en el terreno periférico— desarrollará una vida propia. El objeto de hormigón recuerda a una fuente o a un elemento urbano a medio construir.

Como si la propia naturaleza rechazase constantemente la idea de la construcción moderna, haciendo de esta ruina contemporánea una obra artificial, inútil. Una fuente que en cualquier otro lugar se encontraría en un lugar de reunión, convirtiéndose en un objeto utilitario con una estrecha relación con la vida cotidiana y con la función de abastecer de agua a los diferentes habitantes. Aquí se formaliza como el resto de un elemento urbano, como una ruina que perteneció a otra época, consiguiendo transmitir con aire de distopía, una visión romántica, un poco nostálgica del mundo. El objeto de hormigón tiene orificios por los que se pueden ver varias tuberías, como formas orgánicas en un reflejo metafórico de las formas en que nuestros recuerdos y vivencias se conectan y fluyen hacia el espacio público, como una serie de itinerarios entre lo individual y lo colectivo, lo interior y lo exterior, lo que fluye y lo que queda.

El desgaste que sufren las estructuras públicas, como una especie de residuo psíquico;nos recuerda que nuestras ciudades son mucho más que simples acumulaciones depropiedad. Como escribió Ballard en Para una autopsia de la vida cotidiana, “losespacios arquitectónicos que habitamos son muy importantes y poderosos; si todos losmiembros de la especie humana desaparecieran, nuestros sucesores podríanreconstruir la psicología de los habitantes de este planeta a partir de su arquitectura ”.